lunes, 27 de febrero de 2012

+ TurbAdos


Primera noche real. Sin insomnio.

Amanece y detesto el amanecer, que viene con esa sensación de angustia y de no pertenencia.

Pero hoy es distinto, no he puesto alarma y despierto con el sonido de un orgasmo femenino. Un grito. Exquisito.

Buenos días. Suspiro, me estiro y mi erección esta vez pide ayuda. El sonido me motiva. Acción. Pero inevitablemente mi agitar la invoca y recrea a ella. Una y otra vez.

Pruebo con ninfas ideales; pruebo sólo con tetas y vaginas, pero su rostro aparece siempre. Maldita. Te detesto. Te odio. Pero te quiero aquí encima con tu rostro desorbitado. Te detesto. No te necesito. Te quiero bañar en leche. Sal de aquí, no puedo contigo. Perra.

Segunda noche de mi doble vida. ¿Real?

Te morirías si supieras lo que estoy haciendo. Por tu culpa. Porque te detesto y porque además, este puto sistema requiere dinero.

Segunda noche y tuve que ir nada más y nada menos que a tu edificio. Al edificio de nuestro nido.

Tuve miedo, fue una señal del destino. Un guiño.

No me hubieses reconocido. Me veía estupenda. Diosa.

Y sí. Había decidido usar el envase, que tanto gustabas, como recipiente de venganza.

Era mi segunda vez. Y no era tan malo después de todo. Creo que sentí más asco de mi, con nuestro último episodio que con ese patético abuelo.

Era la segunda noche que lo hacía, y esta vez no pasó nada. Cenamos y hablamos.

Me pidió dormir ahí. Tenía pena y carencias en la mirada. Acepté.

Me dormí. Primera noche real. Sin insomnio.

El elegante hombrecito me despierta con un jugo de pomelo. Me sonríe y me pasa un sobre con dinero.

Me pide que me masturbe; que sólo quiere verme. Sólo eso.

Bebo el jugo y esparzo las últimas gotas del vaso sobre mi pecho.

Me toco, me caliento. Me calienta que me mire. Me mojo como una cerda. Me voy a correr en cualquier momento. Me imagino tu rostro maldición. Maldito. Te detesto. Imagino que me bañas con tu leche. Sal de aquí. No puedo contigo. Grito.

Son las 8 de la mañana grito y me gustaría despertarte con el gemido más delicioso de los últimos tiempos.